sábado, 21 de septiembre de 2013

Mi Amante

Mi Amante
  
         Me encontraba todas las semanas con Rafael, mi amante de los miércoles al mediodía. Hacíamos el amor en su oficina. Ayer, ya cuando entraba por el pasillo sentí ruidos pero no pude ubicar de dónde venían. Cuando abrí la puerta de su sala de espera me quedé aterrada. El ruido era descomunal, tremendo, como de una gran pelea. Muebles corriéndose, cosas cayéndose al piso, golpes en las paredes, gemidos, gritos, insultos, jadeos… Solo podía ver las siluetas de los que estaban dentro de la oficina iluminada, separada por una partición traslucida, una mampara de plástico opaco. Pareciera, que era un hombre peleándose con una mujer. No supe que hacer, si quedarme o huir, si pedir ayuda a la policía, o que. Permanecí inmóvil y horrorizada, presenciando la grotesca escena. Identifique la silueta de Rafael pero no la de ella. Se movían violentamente, los brazos volaban, se empujaban y pegaban. La mujer era más alta que él, con el cabello suelto y parecía dominar la pelea castigandolo sin parar. Llegó un momento en que Rafael solo se defendía. Ella lo empujaba tanto que al final él se cayó al piso. Cuando intentó levantarse vi el brazo de ella en alto. De la mano salía algo largo y filoso, como un cuchillo o un estilete. El brazo descendió y se hundió en él. Quise gritar pero no pude. Lo vi absorber el impacto y tambalear. Oí alaridos, gemidos, exhalaciones pero no pude distinguir a quien pertenecían. El arma filosa volvió a subir, se paró un instante y volvió a caer con más rapidez aun hasta el cuerpo caído. Un chillido de mujer, un grito lamentoso y otra exhalación afónica, acompañaron el movimiento. La sombra del cuerpo de Rafael quedó tendida en el piso; parecía inmóvil. El brazo volvió a erguirse pero esta vez se detuvo en lo alto, temblando. Después solo escuché un fuerte jadear. Su brazo bajó lentamente e inclinó la cabeza. Sentí el ruido de un objeto cayendo al piso y vi a la sombra dar pasos lentos hacia el costado. Casi me muero de miedo, no supe que hacer. Se movió hacia la entrada de la mampara. La puerta se abrió y recién entonces pude verla en detalle, con su figura alta, esbelta, toda de negro, con la tez blanca, muy pálida y el frente del vestido manchado de sangre. Presentí que era mi turno. Temiendo lo peor, me acurruqué en un rincón, me cubrí la cara y la seguí por entre los dedos. Su mirada no se detuvo en mí, siguió fija en dirección a la puerta. Sus largos pasos sonaron calmos y decididos. Al pasar a mi lado oí su voz ronca diciendo: “Es todo tuyo”


MI AMANTE  Cuento de Enrique van der Tuin Copywrite 2013  20110407 D7 W459 130516

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